Relajación, descanso, piel humectada y un espacio para estar
contigo misma, es lo que te ofreces cada vez que eliges recibir uno. Date este
maravilloso regalo.
Para muchas culturas el cuerpo humano es considerado como un
bien sagrado que poseemos y al que hay que cuidar para sentirnos en equilibro
con nosotros mismos y todo lo que nos rodea, porque bien decían nuestros
antepasados no hay camino hacia fuera que no se haya recorrido desde dentro.
Y partiendo de este principio a uno le resulta más sencillo
comprender el pensamiento del filósofo suizo Henry F. Amiel: “Tu cuerpo es un
templo de la naturaleza y del espíritu divino. Consérvalo sano, respétalo,
estúdialo; concédele sus derechos”. Uno de esos privilegios que no le podemos
negar es un masaje, esta herramienta que mantiene y procura el bienestar tanto
psicoemocional como físico.
El poder del contacto
La terapeuta manuela Cangini explica que ese bienestar que
experimentamos durante un masaje y que nos lleva a una relajación profunda es
resultado del contacto físico que por naturaleza todos los seres vivos
necesitamos, ya que nos transmite empatía, apoyo, seguridad y, cuando proviene
de un ser querido, incluso el amor queda de manifiesto por medio del tacto usado además como relajante como parte de la medicina natural para los transtornos psicologicos de salud.
Hay un principo que sugiere que somos la unión de tres
cuerpos: el físico, el mental y el espiritual, por lo que si uno de ellos está
en desequilibrio, repercute en los otros dos. El masaje ha sido una respuesta a
la necesidad de armonizar estos aspectos, por medio de movimientos precisos y
diferentes técnicas que se han creado a partir de la capacidad de sentir y
entender que nos expresa el cuerpo físico y psicoemocional.
La experta nos aconseja que te sometas a uno con tanta periodicidad
como lo necesites, si guardas mucho estrés, pérdida de sueño o te sientes emocionalmente
comprometida hazlo; debes aprendes y escuchar a tu cuerpo si sientes que no
fluyes es un claro indicador de que hay que hacer cita con tu masajista.
Un buen masaje dura en promedio una hora, no así el
ayuvérdico y el tailandés que, dependiendo de las variaciones y del grado de
tensión que guarde, podrá extenderse hasta por dos. Lo recomendable es que
antes de comenzar lo consultes con el terapeuta.
Hacer un masaje no es cosa fácil, aunque lo parezca, se
requiere de un conocimiento total de la técnica, de anatomía y aromaterapia,
así que con la misma seriedad que eliges a un médico hazlo con tu terapeuta, ya
que tu equilibrio total dependerá literalmente de sus manos.
Al elegir al masajista mi consejo es que pidas
recomendaciones entre personas que sepas que lo acostumbran y que ya han
probado la técnica de tu interés, esto puede ser una buena referencia.
No prives a tu cuerpo de un remedio natural que promete
sanar dolores musculares, liberar tensiones, cansancio y estrés, así como
remover energías emocionales retenidas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario